jueves, 20 de diciembre de 2012

jueves, 6 de diciembre de 2012

Escribanos montesinos

 
El escribano montesino (Emberiza cia) es un ave perteneciente a la familia  Embericidae y dentro de esa familia es una de las especies más abundante. Habita principalmente en zonas de montaña, en laderas pedregosas y cubiertas de piornos y diversos matorrales, aunque en invierno suele hacer desplazamientos de tipo altitudinal a zonas más bajas y favorables. 


Destacan sobre todo  las listas oscuras de su cabeza, así como el pecho, cuello y cabeza de color grisaceo. El resto del cuerpo es pardo-rojizo. Durante la estación reproductora, la coloración del macho es más brillante y con tonos anaranjados en pecho y vientre. Se alimentan principalmente de semillas y brotes.


La estación reproductora va desde abril a julio aproximadamente. Construyen el nido cerca del suelo, al abrigo de algún matorral denso. Pone entre tres y seis huevos que son incubados por la hembra durante 12 o 14 días. De la alimentación de las crías se encargan ambos padres y, como en la mayoría de aves granívoras, esta se basa en pequeños invertebrados que aportan a los pollos las proteínas necesarias para su desarrollo. Una vez transcurridos unos 15 días, los pollos abandonan el nido, siendo cebados aún por sus padres durante otros 15 días aproximadamente. En muchas ocasiones realizan dos puestas por temporada.


Como señalaba más arriba, en invierno suele desplazarse al fondo de los valles buscando comida en prados y tierras de cultivo. Suele acercarse entonces a los pueblos y por lo menos aquí, en Rellanos, el año pasado era un visitante asiduo del comedero que tengo instalado, aprovechando las semillas que el resto tiraban al suelo. Con un poco de paciencia y desde una ventana o desde el interior del coche es relativamente fácil fotografiarlos. 


De hecho, algunas de las fotos de la entrada están sacadas desde el coche. Son de un pequeño bando que se alimentaba junto a varios pinzones comunes (Fringilla coelebs) en un prado al lado de la carretera. Mientras los pinzones se mostraban bastante desconfiados, los escribanos se situaban sin problema a dos o tres metros del coche, lo cual me permitió hacer bastantes fotos.