miércoles, 29 de diciembre de 2010

Arceas

Con distintos nombres según la región donde nos encontremos, la Scolopax rusticola, conocida comúnmente como chocha perdiz, sorda, becada, oilagorra o arcea, que es como se la llama en Asturias, es una de las aves estrella de la caza menor. La escasez de perdiz roja autóctona hace que los cazadores de menor se fijen en esta migradora que nos visita todos los inviernos en mayor o menor cantidad, dependiendo de como se haya desarrollado la cría en el Norte de Europa y de la dureza del invierno en dichas regiones. Así inviernos duros en la región de procedencia junto a un año bueno de cría, tal y como ocurrió hace dos temporadas hace que la llegada de arceas al Principado sea masiva. En esa temporada disfrutaron los cazadores, pero por desgracia también los escopeteros que aprovecharon para saltarse los cupos sin ningún tipo de pudor porque como suelen decir hipócritamente “para un año que las hay, tenemos que aprovechar” o “para que las maten otros, las mato yo”.



Es un ave típica de los bosques húmedos en los que se refugia durante el día, inmóvil en el suelo confiada a su capacidad de mimetismo. Al atardecer abandona sus escondites para volar hasta las praderías cercanas donde se alimenta principalmente de lombrices, gracias a su largo pico dotado de una falsa articulación, que le permite enterrarlo en la tierra y abrir la punta a modo de pinza para atraparlas.



Algunas parejas se comportan como sedentarias, viviendo durante todo el año en la Cordillera. Tras los espectaculares vuelos nupciales en los amaneceres de principio de primavera, durante los cuales emiten un raro y característico sonido, las hembras pondrán 3 o 4 huevos que al igual que los adultos se mimetizan perfectamente con el terreno. Si son descubiertas durante la incubación por algún depredador, tratarán de alejarlo del nido con la estrategia de hacerse las heridas, para engañarlo. En ocasiones, nevadas tardías pueden hacer fracasar las puestas e incluso matar los pollos pequeños.