Este año durante las vacaciones repetimos el destino del pasado año, Sancti Petri en la provincia de Cádiz. Como ya conté en una entrada anterior, el año pasado intenté ver camaleones sin éxito, por lo que tenía una espina clavada y una tarea pendiente para este año. Así que decidí volver a la misma zona donde había estado buscando el verano anterior. Estuve una tarde dando un paseo pero como me temía, sin suerte. Lo que si pude ver fue algún conejo de monte en el pinar y lo que más me sorprende alguna perdiz roja con perdigones. Y es sorprendente porque viven y crían en medio de las urbanizaciones, en las pocas zonas de vegetación que quedan, a la entrada mismo del hotel.
Como ya esperaba no encontrar nada, a través de Google Earth tenia localizada otra zona que aparentaba ser un hábitat ideal para la especie, aunque rodeada, como prácticamente todo, de urbanizaciones y chalets, por lo que tampoco las tenia todas conmigo. Pese a todo, el día antes de regresar a Asturias, decidí coger el coche y acercarme a intentarlo. Primer miré en una zona de marisma sin rastro alguno. Luego estuve mirando en una zona de dunas con algunos pinos dispersos y arbustos, ideal para encontrarlos, según todo lo que había leído. Tras dos horas de búsqueda, y muchas vueltas, ya estaba a punto de irme, cuando de repente, por el rabillo del ojo, veo algo de movimiento a los pies de un arbusto y al fijarme bien, veo un precioso camaleón de color verde que está intentando subirse a una rama. Pero al mover la rama para intentar verlo mejor, ¡Oh sorpresa!, la idea que tenía de ellos de animal lento y de movimientos pausados se va al garete; Y es que empieza a moverse por las ramas tan rápidamente y a adentrarse hacía el interior del arbusto, que cuando me doy cuenta de la cámara de fotos y la preparo, no se si había cambiado de color, se había movido más, o las dos cosas. El caso es que desapareció en un momento.
Por lo menos había conseguido ver uno aunque, digamos que faltaban las pruebas, la foto. Como sabía que iba a tener que aguantar alguna broma que otra, el día de volver a casa, mientras el resto de la familia iba a aprovechar la última mañana en la playa, yo madrugué, desayune rápidamente en el hotel y volví a ver si conseguía sacar alguna foto. Tras otras muchas vueltas, y cuando ya me iba a ir con una sensación agridulce, vi un movimiento raro en una rama, me acerqué con la cámara preparada y allí estaba, ¡otro precioso camaleón!. Esta vez no esperé; el enfoque automático de la cámara no funciona por lo que tuve que enfocar manualmente entre un montón de ramas. Eso y la velocidad a la que se movía entre las ramas antes de desaparecer hace que las fotos no sean gran cosa, pero al menos me servirán como recuerdo. Además, así tengo la excusa perfecta para poder regresar algún día e intentar mejorarlas.
Y es que son unos animales curiosos; Tienen una cola enrollada con la que se ayudan a cogerse a las ramas, los ojos se mueven independientemente con lo cual pueden localizar mejor sus presas y capturarlas proyectando su larga y pegajosa lengua. Pero su característica más conocida es su capacidad de camuflaje, cambiando de color para literalmente “desaparecer” Pero los cambios de color no solo se producen para camuflarse sino que también sirven para reflejar estados de ánimo o estados físicos pudiendo encontrar libreas que expresan irritabilidad, celo, gravidez etc…
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