lunes, 25 de marzo de 2013

Últimas lecciones


 
Desde el pasado invierno no se han separado un momento de su madre. Primero en la osera donde nacieron totalmente indefensos. Después en las primeras excursiones al exterior. 


Gracias a la experiencia de la madre evitaron el peligro que suponen los machos que, en ocasiones, pueden matar a las crías para que la osa entre de nuevo en celo y así poder aparearse con ella. Sobrevivieron también a los accidentes, ya que los terrenos donde se encuentran las oseras y donde los conduce la madre para evitar a los machos suelen ser bastante escarpados. A veces da miedo verlos jugar totalmente despreocupados al borde de un precipicio. 


A medida que crecen aumentan los desplazamientos y continúa el aprendizaje. Observando a su madre aprenderán a buscar las gramíneas y las umbelíferas más tiernas y nutritivas. También buscarán insectos debajo de las piedras. 


Treparán por los cerezos en busca de sus refrescantes frutos. Alguna colmena recibirá su visita y además de la miel y las larvas seguramente recibirán algún regalo en forma de doloroso picotazo. En verano buscarán los arándanos en las partes altas de las montañas. Luego bajarán a los fondos de los valles en busca de las bellotas y las castañas. Entre medias, gracias a su extraordinario olfato y al instinto de su madre habrán evitado a algún excursionista, ganadero o cazador que muchas veces ni se habrán percatado de su presencia.


Llegado su  primer invierno fuera de la osera, cuando cumplan un año de vida, se mantendrán despiertos acumulando más experiencias y conocimientos como es el caso de la familia de las fotografías que el pasado sábado buscaban comida en un robledal del suroccidente asturiano. Durante el tiempo que los estuve observando estuvieron buscando comida y jugando. Como se ve en las fotos hubo un momento en que la hembra se puso a dos patas para rascarse la espalda contra un árbol. Nada más acabar, uno de los oseznos la imitó rascándose en el mismo árbol y de la misma forma, y es que esa es la base de su aprendizaje, imitar a la madre en todo  lo que hace. 


Pero ya les queda poco junto a ella. En unas semanas la hembra se separará de ellos al entrar en celo de nuevo. Los oseznos se mantendrán juntos unos meses más. Al principio estarán un poco perdidos y desorientados, pero con los conocimientos y la experiencia acumulados junto a su madre, estos dos hermanos tendrán muchas posibilidades de salir adelante por si mismos. ¡Ojalá lo consigan!

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