sábado, 22 de octubre de 2011

Caracol de Quimper

Incluido en la Directiva Hábitats, el caracol de Quimper (Elona Quimperiana) es un molusco gastrópodo terrestre cuyo hábitat típico en la Península son los bosques caducifolios umbríos de la España Atlántica, desde Galicia hasta el Pais Vasco. Su rasgo más característico es su concha, enrollada en espiral en el mismo plano. Es una especie muy difícil de observar en vivo, siendo más frecuente encontrar conchas vacías. A veces es posible ver algún ejemplar después de lluvias intensas o por la noche. Durante el día se refugian en cuevas, debajo de piedras, troncos u hojarasca, casi siempre en zonas húmedas con abundante musgo y en las cercanías de cursos de agua.

Son principalmente herbívoros, aunque ocasionalmente pueden alimentarse de excrementos y materia en descomposición. Parece que es una especie en regresión en toda su área de distribución debido a alteraciones del hábitat como los incendios forestales y sobre todo la sustitución de los bosques caducifolios típicos del norte de la Península por especies como pinos o eucaliptos.

A los ejemplares de las fotos, los primeros de la especie que conseguí ver, los encontré en un hábitat típico, bajo unas grandes piedras cubiertas de musgo al lado de un arroyo que discurre a través de uno de los más importantes hayedos del suroccidente de la región.

viernes, 14 de octubre de 2011

Azafranes

Con la llegada del otoño comienzan a verse por los prados y pastizales numerosas flores que surgen a partir de bulbos subterráneos. Pertenecen a distintos géneros, pero la mayoría de ellas son conocidas popularmente como quitameriendas, independientemente de la especie de que se trate.



Así podemos encontrar merenderas (Merendera montana), cólquicos (Colchicum autumnales) o los Crocus, género al que pertenecen los azafranes, tanto los cultivados como los silvestres. Cólquicos y Crocus son bastante parecidos, pudiendo diferenciarse porque las flores del cólquico tienen seis estambres mientras que las de los Crocus tienen tres.



Las flores que pueden verse en las fotos pertenecen a este último género ya que poseen tres estambres. Posiblemente se trate del llamado Azafrán de Asturias (Crocus serotinus subsp. Asturicus) planta endémica del noroeste de la península ibérica y que parece encontrarse cada vez con mayor frecuencia en el occidente de la región, donde parece estar desplazando al Crocus nudiflorus. En el prado en el que hice las fotos podían verse gran cantidad de estas flores de color azulado, destacando entre ellas seis o siete ejemplares completamente blancos, entre los cuales se encontraba el ejemplar de la foto.

jueves, 6 de octubre de 2011

Endrinos


El endrino o espino negro (Prunus espinosa) es un arbusto espinoso de copa densa que puede encontrarse desde zonas bajas hasta unos 1.500 metros sobre el nivel del mar. Suele encontrase formando parte de las sebes de los prados. Su fruto de color azulado es muy rico en vitamina C y sirve para elaborar licores como el conocido pacharán. Para ello se maceran los frutos en aguardiente durante varios meses, pasados los cuales se filtra y se consume directamente. Hay quien añade una rama de canela o unos granos de café, según gustos.

Sapo común


Al sapo (Bufo bufo) de las fotos lo encontré al mover unos sacos amontonados al lado del pajar de casa. Debido al desconocimiento, y porque no decirlo a su para algunos poco agraciado aspecto, el sapo común nunca ha tenido “buena prensa” entre la gente de los pueblos. Así era frecuente que, al encontrarse algún ejemplar durante las faenas del campo, éste acabase ensartado en una pala de dientes. Afortunadamente, poco a poco van cambiando este tipo de comportamientos, aunque de vez en cuando todavía es posible encontrarlos. Lo cierto es que si estas personas supiesen la gran cantidad de insectos, babosas etc… que consumen los sapos durante sus correrías nocturnas por prados y huertas, posiblemente cambiasen su opinión sobre ellos.



Los ejemplares adultos de la especie únicamente acuden al agua para reproducirse, momento en el cual los machos emiten su canto para convencer a las hembras de que él es el mejor que pueden escoger. En ocasiones pueden verse varios machos intentando aparearse con la misma hembra. Ponen los huevos en el agua, en cordones que pueden agrupar varios miles de ellos. La fase larvaria dura entre dos y cuatro meses, en función de diversos factores como la disponibilidad de alimento o la temperatura del agua. Los juveniles recién metamorfoseados apenas alcanzan el centímetro de longitud, pero crecen con gran rapidez.



Entre sus enemigos, además del hombre, se encuentran diversas especies como águilas calzadas, águilas culebreras, víboras y mustélidos ligados al medio acuático como la nutria y los turones que dejan restos característicos como la piel y la cabeza sin consumir. Para defenderse de todos ellos, los sapos secretan a través de las glándulas de la piel, especialmente de las paratoideas que se encuentran situadas detrás de los ojos, una sustancia irritante para las mucosas. Hay que decir que no resultan peligrosas para el hombre y si alguna vez se toca algún individuo basta con lavarse las manos bien. Otra forma de defensa, que puede verse en la foto, es hincharse y erguirse sobre las patas, aparentando de esta manera tener un tamaño mayor del que en realidad tienen. En el caso de las larvas parece ser que, cuando son heridas, desprenden una sustancia que hacer que el resto de larvas de las proximidades se alejen de la zona de peligro.