Desde el pasado invierno no se
han separado un momento de su madre. Primero en la osera donde nacieron
totalmente indefensos. Después en las primeras excursiones al exterior.
Gracias
a la experiencia de la madre evitaron el peligro que suponen los machos que, en
ocasiones, pueden matar a las crías para que la osa entre de nuevo en celo y
así poder aparearse con ella. Sobrevivieron también a los accidentes, ya que
los terrenos donde se encuentran las oseras y donde los conduce la madre para
evitar a los machos suelen ser bastante escarpados. A veces da miedo verlos
jugar totalmente despreocupados al borde de un precipicio.
A medida que crecen
aumentan los desplazamientos y continúa el aprendizaje. Observando a su madre aprenderán
a buscar las gramíneas y las umbelíferas más tiernas y nutritivas. También buscarán
insectos debajo de las piedras.
Treparán por los cerezos en busca de sus
refrescantes frutos. Alguna colmena recibirá su visita y además de la miel y
las larvas seguramente recibirán algún regalo en forma de doloroso picotazo. En verano buscarán los
arándanos en las partes altas de las montañas. Luego bajarán a los fondos de
los valles en busca de las bellotas y las castañas. Entre medias, gracias a su
extraordinario olfato y al instinto de su madre habrán evitado a algún
excursionista, ganadero o cazador que muchas veces ni se habrán percatado de su
presencia.
Llegado su primer invierno
fuera de la osera, cuando cumplan un año de vida, se mantendrán despiertos
acumulando más experiencias y conocimientos como es el caso de la familia de
las fotografías que el pasado sábado buscaban comida en un robledal del
suroccidente asturiano. Durante el tiempo que los estuve observando estuvieron
buscando comida y jugando. Como se ve en las fotos hubo un momento en que la
hembra se puso a dos patas para rascarse la espalda contra un árbol. Nada más
acabar, uno de los oseznos la imitó rascándose en el mismo árbol y de la misma
forma, y es que esa es la base de su aprendizaje, imitar a la madre en
todo lo que hace.
Pero ya les queda poco
junto a ella. En unas semanas la hembra se separará de ellos al entrar en celo
de nuevo. Los oseznos se mantendrán juntos unos meses más. Al principio estarán
un poco perdidos y desorientados, pero con los conocimientos y la experiencia
acumulados junto a su madre, estos dos hermanos tendrán muchas posibilidades de
salir adelante por si mismos. ¡Ojalá lo consigan!