jueves, 4 de noviembre de 2010

Mantis

Un prado cualquiera. Miles de insectos en un soleado día de otoño revoloteando de un sitio a otro aprovechando los últimos cálidos rayos de sol del año. Un saltamontes aterriza sobre una planta de diente de león (Taraxacum oficcinale). Se encuentra tan confiado que no repara en el insecto a su derecha. De repente un rápido movimiento y cuando quiere reaccionar ya es demasiado tarde. Ha pasado a convertirse en el primer plato de una Mantis (Mantis religiosa). Perteneciente a la familia Mantidae, es uno de los insectos más familiares para la mayoría de las personas, al menos en foto, al que reconocen por su particular postura, como si estuviese rezando, y de donde le viene su nombre.


Macho.

Se trata de un voraz depredador de otros insectos, a los cuales caza al acecho, manteniéndose inmóvil a la espera de que su presa se ponga a tiro para con un rápido movimiento atraparla con sus patas en forma de garra para devorarlo a continuación. Tiene movilidad en la cabeza, pudiendo girarla a los lados, y grandes ojos, cualidades ambas importantes para localizar sus presas.



Primer plano.

Según la creencia más extendida, tras el apareamiento, la hembra, mucho mayor y más gruesa, devora al macho. Después de buscar algo de información parece que actualmente se desmiente esta teoría y se afirma que los casos de canibalismo suelen darse con ejemplares cautivos y mal alimentados que requieren un gran aporte de proteínas para formar los huevos. En libertad el macho tendría más posibilidades de escapatoria. El apareamiento tiene lugar a final del verano. La hembra produce feromonas que son detectadas por los machos. Los huevos se ponen en el interior de una ooteca envueltos en una especie de espuma que se solidifica posteriormente, eclosionando en la primavera siguiente.


Hembra en postura de espera.

Los ejemplares de las fotos los encontré a finales de septiembre en la huerta al lado de casa, donde suelen aparecer todos los años en la misma época. Al contrario que otros insectos, más rápidos y nerviosos, las mantis son más tranquilas y pausadas lo que facilita la labor de fotografiarlas. Así con las actuales cámaras digitales es muy fácil llenar una tarjeta de 2 GB en poco más de media hora.

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