El corzo es probablemente de los animales más fáciles de ver en todo el concejo. Todas las zonas de prados y pastizales con bosquetes intercalados son ideales ya que en estos últimos encuentran refugio y en los primeros alimento. Ahora en el mes de abril y mayo se producen los partos de las hembras, normalmente dos corzinos por parto sobre todo en las hembras no primerizas.
Los primeros días, las crías permanecen inmóviles, tumbadas en el suelo entre la vegetación. Las manchas blancas del dorso forman un camuflaje perfecto en el sotobosque, siendo complicado distinguirlos entre los claroscuros formados por la luz que se filtra a través de las hojas del bosque. La época de celo tiene lugar hacia los meses de julio y agosto, pero para que las crías no nazcan en pleno invierno, sino que lo hagan en primavera, cuando las condiciones meteorológicas son favorables y abunda la comida por todas partes, se produce lo que se conoce como diapausa embrionaria que consiste en que, tras la fecundación, el óvulo no se implanta hasta aproximadamente el mes de diciembre o enero. A partir de ese momento comienza la gestación propiamente dicha.
El final del invierno y principio de la primavera es una buena época para ver los corzos, ya que la vegetación aún no cubre totalmente el terreno lo que facilita la visión. También es fácil verlos en los prados a primeras o últimas horas del día comiendo la hierba fresca que comienza a brotar en los mismos.
Es una especie tan presente en todas partes que incluso hace unos pocos años, llegó algún ejemplar prácticamente hasta el Ayuntamiento, bajando tranquilamente por la Calle Mayor. También van un par de ocasiones que veo dos ejemplares pastando tranquilamente a media tarde en las inmediaciones de la senda que va hasta El Crucero, con gente paseando que estoy seguro que, en su mayoría, ni siquiera repararon en su presencia.
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