Si en la anterior entrada veíamos
los cerezos en flor, en este caso, vemos que los olmos (Ulmus glabra) van más adelantados ya que tienen formados
sus frutos antes de que comiencen a brotar las hojas. Son del tipo sámara y
tienen la semilla en el centro estando rodeada de una especie de ala membranosa
que ayuda a su dispersión por el viento. Recuerdan algo a un platillo volante
La posición de la semilla ayuda a determinar la especie. En el caso del olmo de
montaña (U. glabra) esta se encuentra en el centro del fruto mientras que en el
común (U. minor) la semilla esta desplazada hacia la zona apical del mismo.
Los olmos han sufrido un gran
declive en toda Europa debido a la grafiosis, enfermedad producida por un
hongo, el Ophiostoma ulmi, que fue detectado por primera vez en Holanda en
1919, expandiéndose posteriormente con gran rapidez por todo el continente. El
hongo es transportado por insectos escolítidos que transportan las esporas del
hongo adheridas a su cuerpo. Se trata de insectos barrenadores de los que el
más conocido es el Scolytus scolytus aunque hay más especies.
El hongo una vez dentro del árbol
se extiende a través del xilema del mismo provocando la obturación de los vasos
y finalmente la muerte del ejemplar. Hongo e insecto forman una especie de
simbiosis; el hongo necesita al insecto para ser transportado y penetrar en el
interior del árbol y el insecto gracias al hongo encuentra árboles débiles que
proporcionan las condiciones ideales para que el insecto se reproduzca sobre
ellos aumentando considerablemente sus poblaciones.
Aunque como apuntaba
anteriormente los olmos han sufrido un gran declive, aún quedan algunos
ejemplares aparentemente sanos, como el de las fotos, en los húmedos bosques
caducifolios de la Cordillera Cantábrica.
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